viernes, 19 de junio de 2009
YO ME PREGUNTO...Y TE PREGUNTO
¿Es ética la ética que pregona Wal-Mart cuando desconoce nuestra Constitución Nacional? ¿Es la “Política de puertas Abiertas” la mesa de entrada de una comisaría corrupta?
Ramón Sotelo fue despedido por denunciar los aprietes de Fernando Andraca, cuando decenas de trabajadores de panadería se quejaban por lo bajo de la falta de respeto de este sujeto. ¿No merecía, más bien, una condecoración, en vez de repetir el discurso de los idiotas útiles que dicen: “El se la buscó?”
¿Quién es debiera ser el despedido? ¿El denunciante o el denunciado? ¿No es culpable de violación a los principios éticos de Wal-Mart Jerónimo Miller que permitió que David Benítez mintiera e inventara los robos en línea de cajas, permitiendo de esa forma despidos y legalizando la violencia sicológica y ordenando aplicarla?
¿Son culpables los trabajadores de Wal-Mart Paraná, o los de Córdoba 1010, o los nuevos trabajadores de Wal-Mart Chile, acusados todos de “asociados conflictivos” por defender su derecho a ser respetados? Si el respeto al individuo es el principio básico que se escribe y se cuelga en las paredes, aunque la ley de Wal-Mart no sancione la falta de respeto contra esos trabajadores? ¿no son acaso culpables, también, quienes no respetan “el respeto al individuo”?
Según la opinión de Gómez Berard, presidente de Wal-Mart, la sucursal de Avellaneda es el lugar menos comprometido con la compañía. Pero, ¿quiénes son los que encarnan el compromiso y sentido de pertenencia? ¿Los “asociados” que arriesgan su tranquilidad y el bienestar de su familia para que se respeten las políticas de Wal-Mart o los especuladores que creen que haciendo la vista gorda encarnan el verdadero compromiso y sentido de pertenencia?
¿Por qué Wal-Mart premia a quienes lo desvalijan?
¿Por qué la justicia de Wal-Mart es ciega de un solo ojo? Por qué Miguel Cavazza puede violar la política de integridad de Wal-Mart, y Gómez Berard ignorar las denuncias? ¿Por qué estos señores violan, con delincuente impunidad, las políticas de la empresa? ¿Será porque en “Mi Wal-Mart” la ética vale menos que la basura y menos todavía valen los derechos y la palabra de los trabajadores?
¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la ética de Wal-Mart de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? Nunca despiden a los autores de las más flagrantes violaciones éticas. ¿Será porque son ellos quienes deciden y tienen el poder de juzgar sin ser juzgados?
¿Es justo que el Comité de Etica esté a cargo de directivos acusados de no tener ética?
Y uno se pregunta: ya que esos directivos están tan locos de ganas de despedir gente, ¿por qué no exigen el despido contra la falta de respeto? ¿Contra quién se instalan las cámaras de seguridad? ¿Contra los ladrones o contra los trabajadores?
¿Y por qué no se implanta el despido con causa contra quienes despiden sin causa? Los directivos de Wal-Mart sólo condenan la falta de integridad cuando la cometen otros. Y este monopolio de la inmoralidad se traduce en un hecho inexplicable, y también insoportable para los trabajadores que todavía queremos, contra toda evidencia, salvaguardar los valores de Wal-Mart: los trabajadores somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo y hemos desarrollado el sentido del egoísmo y la falta de solidaridad con el otro como una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, la posibilidad de organizarnos sindicalmente para lograr mejores salarios y participar de las ganancias fruto de nuestro trabajo.
Porque resulta que esa tecnología que hemos desarrollado se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican los despidos ilegales.¿No sería sano acabar con esta dictadura empresarial de los asustadores profesionales, los soldados del rumor? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohiben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastémonos entre nosotros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste quiere ascender pisando a todos, aquél te mandará al frente, código 6 en pasillo 3 (asociados conversando en grupo).
Wal-Mart ha logrado con cierto éxito que nos den miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el compañero Leonardo Camil convoco a la primer asamblea para que dejáramos de tener miedo, provocó pánico en los directivos y paranoia en el sindicato. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del sindicalismo tradicional, que decía ser el único orden posible: Leo Camil era, traía el caos y la conflictividad, y por su culpa la “Buena imagen” de la compañía iba a estallar, rota en pedazos. ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que los trabajadores paguemos el garrote que nos golpea en la sala de capacitación y la codicia que nos saquea el recibo de sueldo?
Pero, ¿será que se va perdiendo para siempre la posibilidad de que los valores de Sam Walton se impongan sobre la falta de escrúpulos y la ambición personal de Gómez Berard, Martín Mundo?
¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, los valores de Wal-Mart y sus directivos?
¿Por qué no se reglamenta la política de premios y ascensos? ¿Será porque entonces dejarían de ser el privilegio de algunos que pueden pagarlo y de los otros que pueden cobrarlo?
El sentido de justicia de Wal-Mart es como la serpiente, sólo muerde a los descalzos.
El despido del presidente de Wal-Mart, ¿no será de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje a los compañeros que fueron despedidos luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?
A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Cuando dice adiós, dice hasta luego compañero....
CUERPO DE DELEGADOS DE WAL MART AVELLANEDA